Nueva narrativa Ecuatoriana
Se da inicio en los años 70 con la búsqueda de nuevas
técnicas y modos de narrar; una ruptura en la secuencia narrativa, es
decir, la secuencia se construye a la voluntad creadora del narrador,
por lo tanto, rompe con la linealidad, dándose una serie de sucesos
aparentemente inconexos que se encuentran totalmente alejados del tradicional
orden (principio, nudo y desenlace); una superposición de los planos
temporales, cuyos recursos principales son la analepsis y la prolepsis,
rescatando el valor e importancia de la memoria.
La lectura de los nuevos relatos exigirá un nuevo
lector, participativo y reflexivo, que sepa dar coherencia al nuevo orden
narrativo.
Se distingue un lenguaje cinematográfico,
jergal e irónico, que es utilizado por personajes complejos y anti-heroicos,
sumergidos en la angustia y soledad, a causa del avance del consumismo en
la sociedad. Por lo tanto, demandan nuevos elementos culturales, que
desplazan a las costumbres.
Consecuentemente, se cosifica y deshumaniza al
individuo. De esta manera, será esencial la búsqueda de lo interior, es decir,
el subjetivismo ante todo.
Se habla, también, sobre el mundo onírico así como
cotidiano, mágico, fantástico y ficcional, que será el nuevo espacio, para el
desarrollo de situaciones que abarcan desde lo más cotidiano hasta lo más
insólito. Estas particularidades serán perceptibles en las obras de los
escritores de la nueva narrativa como: Abdón Ubidia, Raúl Pérez Torres, Raúl
Vallejo, Eliécer Cárdenas, Huilo Ruales, Liliana Miraglia, Santiago Páez, Oswaldo
Encalada, Javier Vázcones, entre otros; cuyo estilo y temática se basan en la
lingüística, el acervo literario, y las experiencias tanto emocionales como
sociales y culturales.
La temática de la sexualidad forma parte del complejo
esquema de relaciones y vivencias de los seres humanos. De tal modo que la
homosexualidad también está presente como parte de esta modernidad, que ha
creado libertad, pero que a su vez ha provocado censura y marginación de
aquello que atente con el modelo impuesto en la sociedad, que generalmente
estará superpuesto a la ideología conservadora, junto a la ética.
A partir de los sesenta, la sociedad ecuatoriana
comienza a experimentar un creciente proceso de urbanización, en un contexto
histórico en el que los jóvenes escritores de entonces no podían estar ajenos a
las más distintas influencias, entre ellas, la del llamado “boom” literario
latinoamericano y todo lo que se debatía en Europa, en los Estados Unidos y en
la propia América Latina. Ello produjo una verdadera revuelta contra el
realismo social, al tiempo que encontraban nuevas maneras de escribir acordes
con una realidad mucho más compleja, en la que la ciudad deviene principal
referente, Pero en la cual siguen omnipresentes los viejos problemas del mundo
andino: marginación, fractura profunda entre la sociedad blanco-mestiza y la
indígena, fragmentación de los diversos estamentos sociales.
La literatura ecuatoriana contemporánea parece
reflejar profundamente esa fragmentación, y su escritura se corresponde con la
necesidad de reorganizar en el espacio imaginario de la narración o de la
construcción poética el mundo descoyuntado que rodea al autor, al creador,
siempre con un afán consciente o inconsciente de explicarlo, reconocerlo y tal
vez conjurarlo, exorcizarlo. Lo que, por lo demás, es común a todo verdadero
arte.
A partir de los años sesenta surge un grupo de
cuentistas y novelistas cuya obra, en conjunto, bien puede catalogarse entre lo
más interesante de la narrativa latinoamericana de los últimos años. No sólo
que dejan atrás definitivamente el realismo social y vernáculo, sino que además
exploran caminos muy distintos a los del realismo mágico, que tanta resonancia
tuvo en los sesenta. La ecuatoriana es una literatura con acentos propios, más
interesada en sondear la angustia y los comportamientos de personajes reales e
imaginarios, inmersos en una realidad singular, de transición y de
contratación: india y mestiza, occidental y sincrética, tropical y andina,
arcana a veces, encerrada en sí misma, y, a la vez, expuesta a los procesos de
transculturación propios de la “aldea global” finisecular.
GRACIAS ESTE BLOG ME HA AYUDADO BASTANTE
ResponderEliminarQ mal
ResponderEliminarMalditamente bien
ResponderEliminarMalditamente Bien UwU
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